Hoy un cese del fuego definitivo parece cada vez más cercano en Colombia.
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Las armas en Colombia se preparan para el silencio a pocos meses de la paz

Cuando comenzaron los diálogos de paz, se acordó que el cese del fuego sería el final de las negociaciones y no una parte del proceso.

La reducción de la intensidad del conflicto armado colombiano por los dos alto el fuego unilaterales de las FARC y la suspensión de bombardeos militares, ha allanado en el último año el camino para que las armas estén cerca del silencio aún antes de la firma de la paz.

Cuando comenzaron los diálogos en Cuba, hace tres años, el 19 de noviembre de 2012, las partes acordaron hacerlo en medio de la guerra y el Gobierno decidió que el cese el fuego bilateral sería la conclusión del proceso y no un camino hacia la paz.

La prueba más clara de que las cosas han cambiado es que el presidente Juan Manuel Santos, extremadamente prudente en este asunto, por primera vez ha aventurado una fecha para el alto el fuego bilateral y definitivo con la guerrilla de las FARC: el próximo 1 de enero.

"Hagamos ese esfuerzo para que de aquí al 31 de diciembre podamos, por ejemplo, terminar el punto cinco, el del fin del conflicto, y así poder decretar un cese al fuego bilateral, verificado internacionalmente, a partir del primero de enero", señaló Santos a finales de octubre.

Hay, no obstante, importantes condiciones que alcanzar primero, como el acuerdo definitivo sobre el modelo de justicia que se aplicará en el futuro postconflicto, uno de los puntos más espinosos de la negociación que ya fue parcialmente anunciado el 23 de septiembre y que aún no está cerrado.

Ante las palabras de Santos, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) propusieron a su vez que el alto el fuego se adelantara al 16 de diciembre, tiempo de "aguinaldos", según recordó el negociador de paz de la guerrilla Rodrigo Granda, alias "Ricardo Téllez".

Especular con esta posibilidad, algo impensable hace un año, es ahora factible en Colombia, donde parece darse por sentado que el alto el fuego llegará, ya que el debate se centra en cuáles serán los organismos internacionales que verificarán su cumplimiento.

Hablar de ello es posible porque el conflicto entre el Estado y las FARC se ha reducido "a niveles nunca antes vistos", sostiene en su último informe el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), que analiza el caso colombiano.

Las acciones ofensivas de las FARC han bajado en los últimos cuatro meses un 97 % frente al promedio diario durante todo el proceso de paz y las muertes diarias de civiles han caído un 75 %.

Para llegar a este punto, el país ha recorrido un complejo camino en el último año que comenzó con el alto el fuego unilateral e indefinido iniciado por la guerrilla el 20 de diciembre de 2014.

Era el primer cese "indefinido" que se decretaba desde que comenzó el proceso de paz, pero pocas semanas después de su entrada en vigor comenzaron a aparecer dudas sobre su mantenimiento, toda vez que el grupo armado denunció en repetidas ocasiones acciones de las Fuerzas Militares de las que, apuntaron, no dudarían en defenderse.

Quizá por eso, el 10 de marzo Santos ordenó el cese de bombardeos militares contra campamentos de las FARC por un mes, medida que posteriormente prorrogó tras constatar los buenos resultados de la medida.

Sin embargo, todo saltó por los aires el 14 de abril, cuando en un ataque guerrillero murieron once soldados, el ataque más grave desde el inicio de las negociaciones que fue respondido con el reinicio de bombardeo y el recrudecimiento del conflicto.

Sumidos en su enésima crisis, el 20 de julio las FARC iniciaron un nuevo alto el fuego bilateral que abrió un periodo decisivo: cuatro meses para avanzar y, pasado ese tiempo, decidir si había una continuidad del proceso.

El resultado, como reflejan los datos del Cerac, ha sido más que satisfactorio, e incluso se han suspendido de nuevo los bombardeos militares.

En este tiempo han bajado un 95 % las muertes de miembros de la Fuerza Pública con respecto a cuando había enfrentamientos, en tanto que han descendido un 82 % las bajas de guerrilleros.

Ante este panorama, el máximo líder de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri, alias "Timochenko", ha dado importantes pasos encaminados al alto el fuego bilateral.

En su cuenta de Twitter, muy activa desde finales de septiembre, "Timochenko" ha anunciado, por ejemplo, que suspendió la orden de comprar armas y consideró que "a estas alturas del proceso" se debe suspender el reclutamiento de guerrilleros, lo que deberá decidir el Secretariado, el máximo órgano de las FARC.

EFE

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